El pasado mes se hizo pública (en la revista “Nature”) la noticia que anuncia un estudio liderado por el Dr. Susumu Tonegawa del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y que versa sobre la experiencia llevada a cabo por estos investigadores en roedores, logrando que éstos asocien recuerdos de situaciones traumáticas a emociones placenteras sin utilizar ningún tipo de sustancia química.
Este Dr. Japonés, que fue Nobel de Medicina en 1987, y su equipo de investigación nos descubre que estimulando con haces de láser ciertos circuitos neuronales del hipocampo y de la amígdala puede llegar a modificar las emociones bidireccionalmente, es decir, tanto tornar en positivas las emociones negativas, como a la inversa. Básicamente se trata de cambiar el valor emocional que poseemos de los recuerdos.
Sin llegar a entrar en detalles propios de esta técnica optogenética, ya nos podemos hacer una idea de la transcendencia que pueda llegar a tener en un futuro en el tratamiento de humanos con problemas psicológicos.
En el campo de la Criminología ya tendría su aplicabilidad en un plano preventivo, como en un plano tratamental. Imaginemos las posibilidades que brindaría esta técnica, por ejemplo, a una víctima que sufriese estrés postraumático tras un delito perpetrado contra su persona, podría llegar a evitarle muchas angustias y miedos, posibilitándole una vida mucho más feliz y mucho más sana, mentalmente hablando.
Quizá el paso por un proceso judicial podría no ser tan traumático para la víctima si previamente pudiera llegarse a utilizar esta técnica, tratando de que resultase una experiencia, si no “agradable” (porque un proceso judicial no es agradable para ninguna de las partes), sí al menos llevadero, sin secuelas negativas.
En el caso del tratamiento para delincuentes sería de gran ayuda, no sólo para rebajar el nivel de reincidencia, sino que al mismo tiempo lo veo como una técnica de reeducación, si se me permite, pues analizando detenidamente el origen del comportamiento delictivo encontremos en muchos casos una infancia truncada por sucesos traumáticos que no se han sabido canalizar. Quizá esta técnica incluida dentro de un programa de tratamiento en el contexto penitenciario sería clave para evitar la reincidencia, pues si consiguen modificar emociones negativas en positivas habríamos logrado recorrer una buena parte del camino en este sentido.
Lo miremos como lo miremos, el cerebro y sus mecanismos son un mundo apasionante, capaz de auto-ajustarse y sanarse.
Sencillamente el ser humano es un ser extraordinario.
http://www.nature.com/nature/Posted: 27 Oct 2014
Criminología y Justicia
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