terça-feira, 25 de junho de 2013

Una verdad incómoda: los policías no son invencibles

Así, se confirma la tendencia positiva de los últimos 10 años, en la cual, exceptuando el año 2011, la cifra de policías asesinados no ha sido nunca superior a 60.

Gráfico 1: Policías asesinados en Estados Unidos entre 1980 y 2012


Otro de los aspectos positivos del balance respecto al año anterior estriba en que ningún policía murió con su propia arma, algo que no pudimos decir de 2011, donde hasta cuatro miembros policiales fueron asesinados con su propia arma.
Son cifras sin duda positivas, pero a las que en realidad se deben añadir dos más: las de policías que se suicidan cada año, y la de policías que mueren en el ejercicio de su trabajo.
Como ya he comentado en otra ocasiónel colectivo de cuerpos de seguridad se encuentra entre aquellos grupos de profesionales donde existe un mayor riesgo de suicidio. Si bien las cifras de suicidios en la policía de Estados Unidos se redujo respecto al año anterior (147 suicidios en 2011 frente a 127 en 2012), son cifras significativas que requieren atención. En gran parte de los casos es la falta de atención a la salud mental del policía la que lleva a que éste llegue hasta tal extremo. Se calcula que unos 135.000 oficiales de policía padecen síntomas de trastorno de estrés postraumático (PTSD), pero son pocos los que son tratados de manera efectiva. El tabú existente entre los cuerpos de policía a la hora de exteriorizar una serie de sentimientos lleva a que no se reconozca en muchas ocasiones la realidad de sus problemas. No es posible que sientan, que sufran, ni que pasen miedo. No tienen derecho a ello.
En el segundo caso, el de policías que mueren en el ejercicio de su trabajo, la cifra en Estados Unidos en 2012 fue de 45 (6 menos que el año anterior), algo que sumado a la cifra de policías asesinados alcanza las 92 muertes. La causa habitual está relacionada con accidentes de tráfico: 22 agentes murieron en un accidente de coche, 6 murieron en accidentes de moto, y 10 fueron atropellados por otros vehículos. Y también se contemplan dentro de este punto las muertes por impacto accidental de bala (el año pasado 2).
El policía no está hecho de ninguna pasta especial. Es una persona como otras, con unas vulnerabilidades naturales en el propio ser humano. Y estoy seguro que conocer y reconocer esa vulnerabilidad actuaría en beneficio de todos. Para los agente, porque no tendrían que mostrar esa imagen de persona implacable que a veces parece exigírsele. Para el ciudadano, le serviría para sentir un mayor vínculo con un colectivo que por norma general no es comprendido. El ejercicio legítimo de la violencia está en constante discusión, y ello unido al uso y abuso de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado por parte del político de turno da lugar a pensar que se tratan de cuerpos que ejercen de manera demasiado arbitraria el ejercicio de la violencia.
Pero debemos tener en cuenta que sus vidas (y sus muertes) son también responsabilidad nuestra. Nos compete implicarnos más en el tipo de policía que queremos, ya que a muchos les va la vida en ello, y debemos implicarnos para que ese riesgo que un miembro de un cuerpo de seguridad asume se minimice lo máximo posible. Por mucho que un miembro de un cuerpo policial sea consciente de que la labor que lleva a cabo tiene un especial riesgo, ninguno de ellos accede a la misma con asumiendo que la muerte le acecha en cualquier lugar. Nadie está preparado para enfrentarse a la muerte. 
Eliminar el estereotipo de policía generalizado, unido a una mejor formación policial en el uso de armas de fuego (en esto Ernesto Pérez Vera puede hablar con muchas más propiedad que yo) y una mayor atención a su salud mental son dos aspectos clave a la hora de conseguir reducir la mortalidad entre los cuerpos de policía. Tampoco estaría nada mal que en España se tomara nota de Estados Unidos y empezaran de una vez a recabar y hacer públicos datos sobre mortalidad policial, pero eso ya es otro cantar...

Criminología y Justicia . Posted: 24 Jun 2013

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