Cuando se hace referencia a un asesino en serie, la gente suele hacerse la misma pregunta: ¿Por qué?
La respuesta más manida no se hace esperar: Algo anda mal en su cabeza. Pero, ¿qué pasa cuando se reestructura lo que andaba mal en ella y sigue siendo un asesino?
La pregunta carece de respuesta para los expertos que trabajan sobre los criminales psicopáticos, si bien la neurociencia ha encontrado los puntos y devaneos cerebrales que distinguen al individuo normal del psicópata.
El Doctor Manuel de Juan Espinosa recalcó el papel que juega el miedo en la conducta del individuo psicópata; más bien, la ausencia del temor es lo que explica la valentía y frialdad con la que puede actuar esta clase de persona. Manuel de Juan expuso tres factores psicológicos fácilmente reconocibles en una personalidad psicopática:
- Ausencia de remordimientos o culpa
- Manipulación de los demás para fines propios
- Dominación de los demás mediante amenaza
Podemos acercarnos a un sistema del cerebro que experimentan particularidades en la personalidad psicopática: el sistema límbico, y dentro de él, la amígdala y el hipocampo.
El hipocampo es una región del cerebro que regula nuestra memoria. La ansiedad está relacionada con la memoria y con los recuerdos desagradables, por lo que el tamaño del hipocampo influye significativamente en nuestra memoria y en nuestro nivel de ansiedad. Estudios de neurociencia cognitiva sobre psicópatas demostraron que éstos poseían un hipocampo de menor tamaño que personas normales.
En la amígdala se procesan las reacciones destinadas a generar también emociones Ésta manda la información necesaria para que sean segregadas ciertas hormonas relacionadas con estos dos sistemas de respuesta:
- El flight/fight system (FFS), sistema por el cual experimentamos miedo ante una situación de daño o castigo, haciéndonos responder con una actitud de huída o ataque.
- El Behavioral inhibition system (BIS), el sistema que, ante una o varias señales de amenaza, nos hace adoptar conductas de evitación.
El Sistema huída/ataque es el que genera en el individuo una conducta concreta frente a una agresión o amenaza directa, mientras que el Sistema de Inhibición del Comportamiento modera las respuestas de evitación de esa amenaza antes de tener que enfrentarse a ella. La gestión de los comportamientos de ataque o huída del FFS se lleva a cabo a través de un catabolito de la serotonina1 (5-HIAA), el cual opera como freno a la agresividad.
Los estudios en neurociencia ya han clasificado infinidad de sustancias y hormonas que trabajan en nuestro cerebro y gestionan parte de nuestro comportamiento. En el caso del psicópata, las dos sustancias con mayor calado son la dopamina y la serotonina.
La dopamina es el neurotransmisor que, una vez activado, suministra sentimientos de placer y apetitivos. La serotonina se encarga de múltiples funciones, pero la que nos interesa es aquella que regula y equilibra ese apetito con sentimientos evitativos o de saciedad.
Entonces, ¿Qué ocurre con los psicópatas?
Se elaboró en los EUA un estudio sobre una población reclusa control y una con rasgos psicopáticos. La prueba consistía en pasar imágenes de diversas índoles, empezando por imágenes placenteras y terminando con escenas muy desagradables. Sobre un histograma se midió las reacciones de la población reclusa al ver las imágenes según si se activava en ellos un sentimiento apetitivo (de placer) o evitativo (de malestar). Las escenas mostradas fueron las siguientes: Una chica joven desnuda en postura sugerente, una familia feliz, un teléfono, un perro rabioso y un bebé con una herida terrible en el ojo.
La siguiente gráfica es orientativa, e intenta recrear la que fue expuesta en las jornadas de neurociencia y sistema penal de la Universitat de Barcelona:
Recreación ficticia de los datos observados en el seminario
En la población reclusa control (la no psicopática) los sentimientos apetitivos eran elevados en las dos pirmeras imágenes. En la tercera no habíaya sentimiento apetitivo. En las dos últimas imágenes, las más desagradables, los niveles de dopamina habían decrecido y la conducta era evitativa; las escenas desagradables generaban una ansiedad en ellos.
Sin embargo, la respuesta de la población reclusa psicopática fue muy distinta. Si bien su reacción a las dos primeras imágenes (la chica desnuda y la familia feliz) fue de placer al verlas, las dos últimas (el perro agresivo y el bebé herido) incrementaron sus niveles de dopamina, sintiendo la misma apetencia por esas imágenes que por las primeras.
La explicación a tan insólita reacción, según el Doctor De Juan, los psicópatas vieron en la imagen del perro y del niño a presas potenciales.
La investigación sobre los procesos cerebrales y su repercusión en el comportamiento humano han avanzado mucho respecto al siglo pasado. La figura del psicópata sigue siendo la de un depredador sin miedo ni remordimientos, ya sea psicópata primario o secundario. En el caso de aquellos que han resultado estar socializados han alcanzado cotas de éxito en puestos directivos donde existe un gran riesgo tanto físico como económico. Los datos expuestos han supuesto un salto importantísimo, pero lo cierto es que la comunidad científica se encuentra aún lejos de hallar una verdadera respuesta a la personalidad psicopática, pues la mente humana sigue siendo una puerta sellada de la que apenas hemos abierto un retazo.
Datos de interés:
El Porfesor Dr. Manuel de Juan Espinosa es Catedrático de Psicología de la Personalidad en la Universidad Autónoma de Madrid, así como Director del Instituto de Ciencias Forenses.
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