Posted: 09 Nov 2015 08:53 AM PST
Sin duda una de las vertientes dentro de la criminología que más interés genera es el Criminal Profiling. Una disciplina que pretende, a partir de la escena del crimen y del modus operandi del agresor, obtener una serie de rasgos característicos que permitan identificar al autor de los hechos. Una práctica tremendamente compleja pero sumamente atractiva vista desde fuera, dotando al propio perfilador de una suerte de aureola mágica.
El criminal profiling ha conseguido hacerse con cierto prestigio que le ha permitido cobrar relevancia de cara a la resolución de casos criminales. En España se han implantado recientemente varios másters y postgrados enfocados precisamente a la perfilación criminal, lo cual da pie a pensar que existe un desarrollo bastante avanzado de esta disciplina. Sin embargo, parece haber pasado desapercibido un importante rapapolvo académicopublicado en la prestigiosa Australian & New Zealand Journal of Criminology, que pone en duda la validez científica que poseen actualmente las técnicas utilizadas para determinar las características del sujeto criminal. Resumiendo, y por si te da pereza leer lo que viene a continuación, lo que dice este artículo de Pascale Chifflet es que el criminal profiling no cuenta aún con evidencias empíricas validadas a través del método científico que puedan certificar su rigor.
Si eres amante de esta disciplina, y antes de que el corazón te dé un vuelco, es importante reseñar que esta afirmación no implica que la perfilación criminal no pueda ser útil o que no vaya a poder ser validada en un futuro, pero sí para entender que esta disciplina se encuentra todavía en una fase más embrionaria de lo que desearían algunos.
Pero vayamos con el desglose de este fabuloso artículo.
Teorías de base con sustento incierto o no validado empíricamente
Una de las primeras críticas que se realiza en dicho artículo gira en torno al pobre sustento con el que cuentan los principios teóricos sobre los que se sustentan los sistemas de clasificación o por tipologías asociadas a determinadas escenas del crimen, a saber:
- Que los agresores que actúan de un determinado modo ante la ejecución de un crimen contarán con rasgos característicos similares.
- Los agresores actúan siempre de una manera consistente o congruente cada vez que cometen un nuevo acto delictivo.
- El modus operandi del agresor es particularmente distinguible del de otros agresores.
Estos tres postulados teóricos han sido asumidos hasta ahora como axiomas. Sin embargo, en los últimos 10 años, diferentes estudios se centraron en analizar la validez de dichos principios desde el plano científico, con escaso éxito (Bateman y Salfati, 2007; Doan y Snook, 2008; Mokros y Alison, 2002). Por ejemplo, el estudio de Mokros y Alison se encargó de analizar las escenas del crimen en una muestra de 100 violadores para determinar si había entre ellos una serie de características comunes que se solían encontrar en los análisis de los perfiladores (edad, factores socio-demográficos y antecedentes penales).Sin embargo, no hubo resultados que demostraran esa conexión entre escena del crimen y rasgos del sujeto. Esto entra en consonancia con las nuevas perspectivas aportadas desde la psicología donde se reconoce que los factores situacionales o ambientales son los que pueden estar afectando a la escena del crimen, y no tanto una serie de rasgos determinados de un individuo los que la condicionan.
La clave aquí es que se pretende comprender una cuestión compleja a partir de criterios de clasificación que por su propia naturaleza son generalistas, y eso siempre supone un riesgo.
Otorgando validez desde un punto de vista práctico
Viendo que la validez teórica está todavía en el aire, uno puede considerar que se le puede dar a la perfilación criminal el beneficio de la duda en base a su funcionalidad en el plano práctico. Así,se podría decir que su validez se basa en la ayuda que aporta a la resolución de casos.
Validez en función de los aciertos y errores del perfil
Podríamos considerar entonces que se puede analizar la efectividad de los perfiles en base a los aciertos y errores que se cometen en su elaboración. Según el FBI, la efectividad de sus perfiles radica en un 80% de éxito, pero si nos centramos en los pocos estudios que han intentado indagar en ello (debido en parte al cripticismo con el que se ocultan las perfilaciones), vemos que ese éxito es relativo. Alison, Smith, Eastman, y Rainbow (2003), en una muestra de 21 perfiles donde se utilizaban metodologías diversas encontraron que el 24% de las afirmaciones en ellos eran ambiguas y el 55% directamente no eran verificables. Eso implica que casi un 80% de las afirmaciones contenidas en estas perfilaciones carecían de sustento. Un ejemplo de muestra es un extracto de un perfil sacado del propio FBI que podemos considerar un auténtico ejercicio de literatura fantástica:
"The killer is a seriously disturbed individual... The manner in which he cuts the parts of the body shows determination and anger plus making the victim less than a human being: ‘‘Not only are you nothing, now you are little bits of nothing.’’ What is especially interesting is that the person has kept, or at least it has not been found, the skin from the neck to the waist. This is the most important part for him. I can see him skinning this body part and wearing it at night around the house where he lives alone. (Holmes y Holmes, 2002, p. 22)"
¿Qué es un individuo perturbado? ¿Cómo interpretamos algunas de las frases anteriores? Simplemente, se mueven en un plano tan ambiguo que es difícil poder interpretar su validez desde un punto de vista científico. Es esa ambigüedad la misma que utiliza un falso vidente para “adivinar” eventos futuros de una persona.
Alison, Smith, y Morgan (2003), para mostrar hasta qué punto esa ambigüedad hace que esta forma de perfilar no pueda tomarse muy en serio realizaron un pequeño experimento: a dos grupos de oficiales de policía se les dio un mismo perfil, pero a cada uno se le atribuyó un agresor y por ende una escena del crimen diferente. Sin embargo, los dos grupos consideraron que ese perfil era riguroso, incluso aunque se tratara de escenas del crimen totalmente diferentes. Ello pone en relieve cierta tendencia a centrarse no tanto en los errores de la perfilación sino más bien en los posibles aciertos.
Olvidémonos de los errores, lo importante es que el perfil haya servido de algo
Se podría argumentar en favor de la perfilación criminal que criticar su validez en base a los errores cometidos en la elaboración del perfil no deben suponer su descalificación. Hay que entender que la interpretación de una escena del crimen obliga al profiler a hacer un ejercicio mezcla de rigor y imaginación en aras a poder descubrir la personalidad del sujeto. Por ello, se asumiría entonces que existe un margen de error amplio a la hora de dar con el perfil, pero que lo importante es que se consigan detectar algunos de los rasgos característicos del sujeto gracias a ello. Deberíamos centrarnos entonces en la satisfacción de aquellos que tienen que trabajar con estos perfiles, y que no son otros que los cuerpos policiales. En este sentido, los diferentes estudios que han focalizado la atención sobre la satisfacción policial con la perfilación criminal han sido positivos, sobretodo mostrando su utilidad de cara a la elaboración de estrategias de interrogatorio. Como contra, otros estudios donde se preguntaba a profesionales en relación directa con la perfilación criminal por su opinión en torno a la disciplina, no tenían la misma visión positiva de la misma. Bartol (1996) encontró que el 70% de los psicólogos policiales ponían en duda la perfilación criminal como disciplina y su metodología, impresiones similares a las encontradas por Torres, Boccaccini, y Miller (2006) entre los psicólogos y psiquiatras forenses, y también entre los abogados (Woskett, Coyle, and Lincoln, 2007). Sea como fuere, el nivel de satisfacción puede servirnos para ver si es útil o no, pero no para averiguar si cuenta con validez científica.
Lo importante es el perfilador
Uno de los argumentos que se pone en valor es que la figura del perfilador en sí misma es la que aporta ese componente de fiabilidad al informe o perfil que pueda realizar. Sin embargo, ese argumento lo que hace en realidad es poner de manifiesto que no hay una metodología plenamente validada hasta ahora. Poner de relieve que la clave está en el perfilador y no tanto en las herramientas de investigación es evidenciar que el componente intuitivo con el que cuenta es todavía muy elevado. Y no, la intuición, por lo menos a nivel científico, no ha sido, es, ni será calificada nunca como rigurosa. Un instrumento cuya fiabilidad varía en función de la persona que hay detrás es de todo menos fiable.
La crítica es el camino al método
Ferguson propuso en 2013 que parte de esa ambigüedad que mencionamos fuera eliminada promoviendo que las perfilaciones se basaran en 5 principios:
- No ser producto de la experiencia o la intuición
- Permita diferenciar al agresor del resto de la población
- No proporcione conclusiones que ya están disponibles de por sí o que ya se conocen
- Que sean comprobables de facto
- Vayan más allá de la descripción de la conducta criminal
Según un estudio realizado por el mismo Ferguson, gran parte de los perfiles analizados en su muestra vulneraban uno o más de estos criterios.
El objetivo debería ser entonces empezar por eliminar todos esos elementos de valoración subjetivos o interpretables, y entender las limitaciones existentes al respecto. En función de ello se evolucionará hacia una disciplina con más trayectoria y más fiable, o por el contrario, el perfilador criminal terminará por ser una moda pasajera. De la autocrítica y la profesionalidad de los que están dentro de este sector dependerá.
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