domingo, 13 de janeiro de 2013

Cohesión social: el papel de la víctima


En el estudio del fenómeno delincuencial se incluye desde no hace mucho, la figura de la víctima como un epifenómeno, aunque, en realidad, una víctima no es sólo aquella que recibe una agresión o perjuicio como resultado de una acción delictiva, sino que otorgamos ese estatus a aquella persona que resulte perjudicada en casi cualquier clase de daño, sea o no intencionado, sea o no humano (desastres naturales, accidentes, etc.).
En la parte que a los juristas, criminólogos, psicólogos y demás nos pertoca, la víctima es una figura increíblemente relevante hoy en día. El campo de la sociología, ciencia conocedora de las masas, los grupos sociales y los factores que elicitan esas figuras, halla un punto en común con la criminología en la víctima, en tanto que ésta y sus circunstancias contribuyen al mantenimiento o destrucción de la cohesión social.

¿Qué es cohesión social?

Sorprendentemente, existe una amplia literatura sobre la cohesión social, pero ninguna teoría generalizada para definirla. Al tratarse de un constructo social, encontramos diversas fuentes y puntos de vista a la hora de definirla . Una buena estrategia para alcanzar una definición satisfactoria a la que todos podamos adherirnos es confirmar, poco a poco, algunas afirmaciones:
  1. la cohesión social es un fenómeno. Es la manifestación de algo que podemos observar.
  1. Este fenómeno se da en distintos niveles y estructuras, tanto micro (familia, grupo de amigos, pequeño negocio) como macro (sociedad de un país, multinacional, grandes estructuras sociales).
  1. Es un fenómeno de resultado. La cohesión social se da cuando las actitudes reflejadas entre los miembros del grupo social en concreto tienen un balance positivo y existen dos elementos: a) sentimiento de pertenencia al grupo, y b) deseo de proteger y mantener ese grupo.
  1. Su base es solidaria (requiere de tolerancia y participación de personas con diversos puntos de vista en pos de un objetivo común, asociado al bienestar de ese conjunto de personas).

Parto de la base de que las estructuras sociales modernas suelen ser, en su mayoría, organizacionales. He aquí unos ejemplos:
  • Organizaciones religiosas (iglesias, congregaciones)
  • Organizaciones políticas (partidos políticos)
  • Organizaciones empresariales (empresas, corporaciones)
  • Organizaciones por afinidad y grupos de presión (asociaciones, lobbies)
Una organización es una estructura creada por una o más personas para que, unidas estas personas, alcancen un fin u objetivo. Las organizaciones existen, pues, para garantizar mediante su regulación y orden la consecución exitosa de uno o varios objetivos.
La cohesión social, sin embargo, puede darse en cualquier estructura social, sea o no una organización previamente establecida como tal, y su integridad responde a muchos factores y sentimientos, no solo al de las víctimas del delito.
Existen autores españoles en la literatura concerniente al delito y su efecto sobre la cohesión social. Por ejemplo, Torrente (2011) expuso los efectos de los sentimientos de inseguridad y ansiedad ciudadana sobre el grado de cohesión social de la sociedad occidental europea. Los estudios realizados sobre los indicadores de nuestra actual realidad social (indicadores no solo económicos, sino también políticos y de nuevos sistemas de valores) hacen que la sociedad occidental europea genere nuevas demandas securitarias y, a su vez, establezca nuevos métodos para autorregular la cohesión social a este respecto. Uno de estos métodos tiene que ver con la solidaridad respecto a las víctimas de los delitos.

El papel de la víctima

Cuando el alto el fuego en Irlanda del Norte se convirtió en una realidad, la Unión Europea destinó una cantidad de dinero para volver a crear lazos entre la sociedad británica y la irlandesa mediante una reparación a las víctimas, construcción de nuevas viviendas, mejora del tejido rural y urbano de la zona y aumento del empleo. El objetivo estaba claro: mejorar las condiciones del espacio de conflicto para reducir el impacto de éste y devolver (o generar) cohesión social1. La destinación de fondos europeos para mejorar las condiciones de vida en una región y para dar una cobertura integral a la recuperación y rehabilitación de las víctimas de un conflicto tiene un efecto balsámico en cuanto a constituir una ayuda real y efectiva a personas que han sufrido un daño (a menudo, irreparable en concepto de pérdidas humanas), además de una prevención general positiva, enseñando que los órganos encargados de velar por los Derechos Humanos funcionan o, como mínimo, responden ante situaciones de posible desamparo de la víctima.
Un veinticinco por ciento de europeos son, según algunos estudios, víctimas de delitos en el lapso de un año, de los cuales un buen número de víctimas no denuncian su caso ante la autoridad pertinente. De ahí que se hayan elaborado estudios que analizaran el grado de cohesión social, control informal, y seguridad ciudadana de un modo ecológico, en este caso, por barrios (Goudriaan, 2006). Esta cifra oculta de víctimas podría traducirse en dos problemas:
  • Una cifra de victimización oculta
  • Un problema de cohesión social
A partir de los estudios ya realizados a lo largo de las últimas decadas se desprende que la no denuncia de delitos tiene que ver con la cohesión social del contexto en el que se encuentre la víctima, la confianza en la efectividad de las fuerzas policiales y las condiciones socioeconómicas que la rodean.
La cohesión social de un país o de una región se mide según los avances efectuados en cuanto a derechos humanos y civiles, y en cuanto al nivel de bienestar alcanzado (Daly, Fernández López, Keçeci, Laroque, Søndergard, Tatár, Tegtmeier y Yariguina, 2008). Si bien el trato a la víctima es tomado en cuenta en las políticas securitarias Europeas, debe afrontarse también su papel como aval de los gobiernos encargados de velar por aquello por lo que ganan elecciones: gestionar con eficacia, efectividad y eficiencia aquello que le pedimos que gestione.

Reconstrucción social: un término y objetivo importante

Entre los problemas que encaran las administraciones públicas en cuanto a cómo tratar a la víctima, está la de valorar su pérdida o perjuicio en bienes monetarios. No es común, pero la política actuarial (evaluar según riesgos y términos económicos) está, cada vez más, a la orden del día.
La reparación de la víctima de un conflicto o delito debe enfocarse tanto individual como grupalmente; la simple indemnización económica sirve únicamente para frenar las eventualidades que pueda padecer en uno de los aspectos de su vida, pero en zonas donde ha existido un conflicto abierto (terrorismo, guerras, enfrentamientos armados a menor escala) la reparación es efectiva cuando se garantiza que la víctima pueda vivir en paz y en un clima de coexistencia con el resto de sus vecinos. El Instituto Americano para la Paz elaboró una guía estratégica para abordar el reto de la reconstrucción de zonas donde ha existido un conflicto. En relación a las víctimas, esta guía hace una especial mención a la justicia restaurativa como mecanismo útil y necesario. En palabras textuales:
“Mientras la justicia retributiva se centra en el ofensor, la justicia restaurativa engloba la víctima, el ofensor y la comunidad a la que pertenecen en un esfuerzo por restaurar las relaciones que fueron destruidas a raíz de un conflicto violento”.
El contexto de esta afirmación está centrado en lo conflictos violentos entre grupos amplios, más que en personas individuales, pero sirve para entender que, si bien la cohesión social en un territorio se destruye con facilidad cuando hay un conflicto a gran escala, también se destruye, a largo plazo, cuando la víctima no recibe la atención necesaria y suficiente por parte de la Justicia Institucional ni por parte de la ciudadanía, a veces empecinada en el anonimato y algo parca en solidaridad mecánica.
Es posible adaptar ciertos parámetros de los Principios rectores para al Estabilización y Reconstrucción al reforzamiento de la cohesión social en zonas asociadas a altas tasas de victimización.

Conclusiones: ¿Qué pasa con esa víctima?

No basta con atender psicológica y pecuniariamente. El Estado, para ser refrendado, precisa del apoyo de la ciudadanía. La prevención general positiva es una estrategia que, ya sea por desidia, ya sea por recortes y políticas de austeridad, no está en la agenda de los gobernantes. Favorecer la cohesión social mediante una reacción efectiva ante el delito se hará efectivo si los objetivos de los organismos de atención y apoyo a las víctimas se orientan hacia los siguientes objetivos:
  • Otorgar (y entrenar en) herramientas y habilidades: Una persona no sólo se convierte en víctima, sino que es victimizable. El entrenamiento en habilidades que reduzcan esa vulnerabilidad de la persona favorece la confianza en uno mismo, la seguridad en poder solucionar personalmente los problemas y peligros. La consecuencia última será una reducción del sentimiento de inseguridad ciudadana, y una mayor resistencia a la manipulación informativa.
  • Re-equilibrar psicológica y económicamente: Eliminar totalmente los perjuicios económicos de la persona dañada, no estableciendo cuantían desorbitadas, sino asegurando que ésta pueda seguir desarrollando su actividad social y económica con la autonomía de la que disponía antes.
  • Desetiquetar a la víctima: Una vez restablecida, eliminar de su haber personal y social el término víctima, un estigma que obliga a la persona a rememorar que fue objeto de un daño.


BIBLIOGRAFÍA:

Baumer, E. P. (2002), Neighborhood disatvantage and police notification by victims of violence. Criminology, 40:579–616. doi:10.1111/j.1745-9125.2002.tb00967.x
Friedkin, N. E. (2004). Social Cohesion. Annu. Rev. Sociol. 2004. 30:409–25
doi: 10.1146/annurev.soc.30.012703.110625
Goudriaan, H., 2006, Doctoral thesis, Leiden University
Torrente, D. (2011). Crime and social cohesion in Europe: Social change and the new problems of western European security http://www.ub.edu/epp/seg/seceuro.PDF

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