segunda-feira, 18 de fevereiro de 2013

Los reclusos nativos: una nueva concepción


La humanidad lleva el conflicto en su ADN. Muchas de las páginas de su historia están repletas de capítulos referentes al conflicto entre grupos poblacionales que se disputan la hegemonía sobre un territorio. Veamos unos cuantos ejemplos:
  • Los vikingos asentados en Groenlandia o en Vinland se enfrentaron a los skraelings, la población thule a la que hoy en día conocemos como esquimales.
  • Los aborígenes Australianos se enfrentaron a los colonos blancos, muchos de ellos pertenecientes a las colonias presidiarias británicas.
  • Los Indios del continente Americano mantuvieron conflictos con los conquistadores europeos. Cabe hacer una mención a las relaciones comerciales entre nativoamericanos y Norteamericanos; en la época de la esclavitud, algunos de esos intercambios comerciales eran esclavos negros.
  • El pueblo kurdo, a menudo víctima de despiadados pogromos en Oriente Medio.
  • La población saami, asentada en lo que conocemos como naciones nórdicas, sufrió el brutal afán expansionista de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, abocándolo a su casi exterminio.
La lista de conflictos étnicos es interminable. A estos efectos, algunos países incluyen en su justicia penal programas especiales para aquellos ofensores que pertenezcan a minorías étnicas.
¿Racistas o protectores?
Saber que existen programas especiales para minorías étnicas o grupos culturales concretos podría generar la sospecha de un posible paternalismo o trato diferencial por parte de las instituciones. Revisaremos aquí uno de estos programas y las iniciativas penitenciarias de otro.
En Canadá, la población aborigen (Inuit y Métis en su mayoría) tiene un papel determinante en el Departamento de Justicia, prestando especial atención a las necesidades de este colectivo demográfico. El Plan Estratégico para la rehabilitación1 de los aborígenes elabora una serie de programas comunitarios, cada uno adecuado a una problemática (bandas, violencia conyugal, drogodependencia...). Tras el proceso de intervención y tratamiento, se prepara al ofensor para la vida en sociedad, siguiendo un sistema contínuo de rehabilitacióndesde el tutelaje de la administración hasta la comunidad. Este mecanismo es igual para todos los ofensores; en el caso de los aborígenes de Canadá, la Administración de Justicia mostrará una especial atención a las necesidades culturales y emocionales de estos reclusos, en aras de proteger su herencia cultural.
En mi opinión, el éxito y defensa de esta clase de programas en materia penal sobre los aborígenes de Canadá es para que el objetivo de reinsertarlos en la sociedad no genere el efecto perverso de mermar su cultura. Elaborar protocolos concretos para la población reclusa aborigen ayuda a reforzar la identidad de esos reclusos, siendo éste un refuerzo positivo muy poderoso por dos aspectos:
  • El recluso comprende que la Administración de Justicia le tiene en cuenta, y que no es su enemiga.
  • Sentir su identidad cultural protegida, a la vez que dispone de los mismos derechos que el resto de la población reclusa, le acerca más a un sentimiento de reconciliación con la sociedad a la que deberá volver. Es decir, genera apego.
En Australia, un país con más de medio millón de habitantes indígenas, la Administración de Justicia es especialmente sensible en cuanto a la elaboración de programas de tratamiento para aborígenes, aunque su mayor problema fue el elevado número de muertes de delincuentes aborígenes detenidos. El alarmante número de delitos cometidos por la población aborígen (superior al número de delitos cometidos por el resto de la población) provocó que la comisión destinada a la investigación de aquellas muertes se convirtiera en un Equipo de Servicios Aborígenes.
En líneas generales, el objetivo de los programas Australianos en materia de tratamiento a la población indígena son similares a los Canadienses: atender sus necesidades culturales y emocionales concretas. En este caso, el Departamento de Servicios Penitenciarios promueve la inclusión entre el personal de estos programas a ancianos o maestros aborígenes que colaboren activamente con la rehabilitación de aquellos presos que sean miembros de su comunidad.

Conclusiones
Carol La Prairie, criminóloga canadiense, realizó diversos estudios sobre el conflicto social en la población aborígen de Canadá y los efectos positivos de la Justicia Restaurativa, defendiendo el poder que tienen las políticas específicas e inclusivas sobre la población aborígen que presentara conflictos. Los resultados son esperanzadores; en Australia, el número de incidentes en las cárceles por parte de la población aborígen han descendido desde 2011; en Canadá, un estudio longitudinal sobre la reincidencia de los presos aborígenes tras completar los programas de la cárcel demostró algo que no debemos pasar por alto: los programas de tratamiento destinados a esta población reducen en más de un 15% la ratio de reincidencia. Los estudios realizados con anterioridad demostraron que hacer pasar a los aborígenes por el sistema penal común era negativo, y que el diseño de programas específicos tenía un alto porcentaje de éxito2.

Apunte muy personal
Sabemos que la alta criminalidad de algunas minorías étnicas es el resultado de una situación de desamparo derivada de factores históricos; buen ejemplo son las altas tasas de población reclusa afroamericana, cuyo grueso de población que ha sido forzado a vivir hacinada en barrios marginales, fruto de más de dos siglos de esclavitud, segregación y negación de sus derechos inherentes al desarrollo cultural y humano. Sin embargo, siempre habrá personas que usen esas estadísticas (manchadas por una historia de opresores y oprimidos) para instigar al odio racial. Odio que, por increíble que parezca, viene dado, casi todas las veces, por miedo.
En relación a los múltiples programas especializados en tratar de manera especial a los reclusos pertenecientes a minorías étnicas (generalmente aborígenes de una tierra en concreto) me parece un paso más hacia una efectiva humanización del sistema penal. Respecto a esto, Carol La Prairie puso un granito de arena que se convirtió en una montaña de ayuda para dos colectivos: los aborígenes de Canadá, y los criminólogos.
Por ello, este artículo está dedicado a ella.


Datos de interés
Ottawa: Indian and Northern Affairs Canada,1996. Report of the Royal Commission on Aboriginal Peoples
1Ajustada traducción para el concepto correction, muy usado en el inglés para hablar de las cárceles. Encontramos una curiosa explicación psicológica; mientras en España, los correccionales son instituciones para jóvenes, usamos el término ćarcel en un sentido más punitivo, otra incongruencia con el objetivo rehabilitador que debe perseguir nuestro sistema penal.


Criminología y Justicia. Posted: 17 Feb 2013.



Nenhum comentário:

Pesquisar este blog