Con frecuencia se afirma que las cárceles son universidades del crimen, y en gran medida se han merecido ese calificativo por la forma en que “mal funcionan”, es indefendible este argumento; empero, para llegar a la universidad se debe pasar anticipadamente por otros niveles.
“El nivel primaria de la educación en delincuencia”, impartido en la escuela que tiene mayor penetración en la psique del individuo, es la familia. La desintegración familiar es un factor de ingente valor en la formación de personalidades antisociales, debido al cúmulo de contingencias que ocurren al seno familiar y que se magnifican con la desintegración de éste; originando un número considerable de individuos con predisposición importante hacia la delincuencia, tales fenómenos que se traducen en patrones conductuales, trasciende de padres (o de quien los supla) a hijos; sea por imitación o por la falta de preceptos conductuales de refreno.
Así también, contamos con la escuela secundaria, cuando el individuo empieza a tener mayor libertad para relacionarse con su medio social y conocer más allá de su medio familiar. En las instituciones educativas se presenta con mucha frecuencia, violencia de los “maestros” hacia los niños. Aunado a esto encontramos a algunos medios de comunicación (televisión e internet principalmente), como didáctica importante en la formación del delincuente.
Las escuelas de nivel medio superior se presentan en la adolescencia, mientras los jóvenes se integran agrupos se dedican a la delincuencia, en cualquiera de sus modalidades. Para ingresar posteriormente a las “universidades del crimen.” Es así como se encuentra estructurado nuestro “sistema educativo delincuencial”.
Las escuelas han dejado de formar personas aliadas de la sociedad, pues el sistema educativo ha demostrado no tener un autentico interés de formación de los individuos que cursan por sus aulas, se han limitado a “tratar” de impartir sólo conocimientos científicos, pero han dejado de lado el aspecto moral y axiológico, que se requiere con tanta urgencia.
Es lacerante saber que algunos “maestros”, aun aplican violencia contra niños, que tienen un bajo nivel de comprensión e interpretación de los temas que se conocen en clases, con esta actitud, sólo se están formando individuos con rencor social, que terminan por odiar todo lo que se relacione con la escuela y la familia, además, por el bajo rendimiento escolar que presenta este tipo de niños, generalmente crecen en hogares en los que son maltratados y abusados física y psicológicamente, y aun así nos seguimos preguntando: ¿Porque existe tanta violencia en nuestra sociedad?
Las autoridades encargadas de diseñar y supervisar los programas escolares, deben incluir políticas encaminadas a prestar apoyo a los niños en su problemática familiar y escolar, pues es innegable que ambos ambientes van de la mano en el resultado de la formación inicial del individuo.
Así mismo, las autoridades encargadas de la política criminológica, deben prestar especial atención a estos fenómenos, ir al análisis de las causas supremas del origen de la delincuencia, no limitarse a la mera criminogénesis del fenómeno, sino que se requiere conocer la genealogía del delincuente, para estar en posibilidades de diseñar las políticas necesarias para combatir desde edades tempranas, conductas antisociales en cualquiera de sus manifestaciones, ya que los miembros de la delincuencia no nacen siéndolo, sino que evolucionan hacia actividades cada vez más complejas, teniendo su antecedente delincuencial en “pequeños hurtos” o en “peleas de niños”.
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