segunda-feira, 5 de maio de 2014

La técnica del contraperfil: ¿Clave para inocentes?

Arrojando algo de luz para este humilde gremio profesional, me parece importante destacar, como en el propio título ya voy indicando, concretamente una de las varias funciones que dentro de la esfera jurídica puede desempeñar el criminólogo al ser llamado como perito forense en un posible proceso penal dentro de nuestra jurisdicción española.
Para ello podemos acudir al perfil criminológico, que es una técnica forense que ya se viene utilizando tanto en el ámbito de la investigación policial, como en el ámbito judicial en fase de juicio oral, en países  vecinos de nuestro espacio europeo como en Alemania y en Reino Unido, así como también en países fuera de éste como lo pueda ser Australia y, por supuesto, en los EE.UU. Las aplicaciones de esta técnica forense en el ámbito judicial versan sobre analizar el estado mental del criminal antes/durante/después del crimen, sin que con ello signifique estar cometiendo una acción profesional intrusiva en el campo de la psicología forense, la cual evalúa mentalmente una vez ya ha concluido el delito y se ha enfriado la mente criminal. También señalar su validez, por ejemplo, para probar la vinculación de múltiples víctimas a un mismo autor o para analizar posibles escenas alteradas de delitos.
Sin embargo, la que me suscita especial interés por su posible relevancia dentro del mundo judicial es la técnica del contraperfil que podría ayudar a la parte procesal de la defensa en caso de existir evidencias frente a una dudosa imputación.
Me vienen a la memoria casos reales y cercanos como el de Fernando Enrique Muñoz que debido a la pérdida de su teléfono móvil fue  condenado a 10 años de cárcel acusado de unos robos que nunca cometió; o el de José Antonio Valdivielso, condenado a 13 años de prisión por los delitos de homicidio en grado de tentativa, robo con violencia y uso de armas cuando ni si quiera conocía a los otros dos procesados. En ambos casos, y gracias a que sus padres fueron sus grandes y firmes defensores, consiguieron el adelantamiento del tercer grado y la absolución, respectivamente, tras haber agotado gran parte de sus condenas encerrados injustamente.
El pionero de esta técnica es Robert K. Ressler (2005), el cual nos habla ya de ella en su título Asesinos en serie.                                                                                                                                                                                                                                                                                                      
La aplicabilidad del contraperfil radica en examinar a un imputado y extraer su perfil para después compararlo con el perfil que correspondería al verdadero autor del delito concreto por el que se le acusaría a nuestro imputado, y comprobar si son o no  coincidentes. Esta técnica pasa por diferentes fases para poder finalmente realizar el informe del contraperfil y resaltar sus resultados. Comenzaría con una amplia recogida de información; seguiría con la elaboración del perfil del autor probable; continuaría con la elaboración del perfil del acusado; después vendría el momento de la comparación de perfiles y, finalmente, la toma de decisión pertinente. 
¿Y cómo sabemos el perfil que tendría que tener el autor de cierto delito? Pues gracias a que tenemos una formación como criminólogos muy rica en tipologías de delincuentes;  ídem en patrones de comportamiento criminal; en características sociológicas sobre las teorías de la desviación… en definitiva, estamos formados en la Ciencia Criminológica, por lo que desde este espacio defiendo a esta profesión y hago un llamamiento y una invitación general a que se conozca la función judicial que puede desempeñar el criminólogo en aras de una merecida implicación profesional dentro del proceso penal.

BIBLIOGRAFÍA CITADA:
Ressler, R.K y Shachtman, T. (2005) Asesinos en serie. Barcelona: Ariel. 

 Criminología y Justicia . Posted: 02 May 2014

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