terça-feira, 17 de março de 2015

Ley del silencio


Ley del silencio
Los hombres maltratados existen. No son parte de la ficción como nos quieren hacer creer. En las estadísticas del INE de 2013 en referencia a la violencia doméstica se recogen un total de 7060 víctimas, de las cuales 2635 son hombres, es decir el 37,32%. Como sabemos esto es sólo la punta del iceberg, porque la mayoría de casos y más en caso de maltrato de la mujer hacia el hombre no hay datos fiables.
En la exposición de motivos de la LO 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género se define la violencia de género como una violencia dirigida hacia las mujeres por el mismo hecho de serlo, por ser consideradas por sus agresores, seres carentes de derechos.
Por lo tanto, violencia de género es sinónimo de violencia contra las mujeres, provocando la invisibilización de las otras formas de violencia. Relegando a un segundo plano la violencia de la mujer contra el hombre o la violencia en las relaciones homosexuales. Para estos criterios acudimos al término “violencia doméstica”, pero sin duda sigue siendo insuficiente.  Porque la sociedad pretende reducir la “violencia” a la ejercida por los hombres hacia las mujeres.
Aquí empieza la ley del silencio. El temor a la sanción social, la presión institucional y a perder lo que se ha denominado durante muchos años su masculinidad hace que la mayoría de hombres que pasan por estas situaciones no denuncien. Cualquier persona puede ser víctima de la violencia pero seguimos viviendo en una sociedad llena de tabúes, donde todo cambio es complicado y lleva más años de lo que nos gustaría.
Ser un hombre víctima del maltrato es mucho más complicado que ser una mujer víctima. En ambos casos la violencia es imperdonable. Y se debe luchar contra cualquier tipo de violencia o discriminación, pero en estos últimos años la sociedad se ha empezado a concienciar del problema de la violencia contra las mujeres. La normalización de estos comportamientos patriarcales empiezan a quedar en el pasado, esta violencia contra las mujeres está dejando de ser un delito invisible aunque quede un gran camino por recorrer. Pero toca hacer una bifurcación en el camino, donde se luche para erradicar la violencia doméstica sea del sexo que sea la víctima y el agresor. Donde las creencias sobre la masculinidad y feminidad sean sustituidas por la igualdad real.
En algunos casos, los hombres sufren un problema añadido. Me refiero a las denuncias falsas. Es casi imposible encontrar datos sobre ello pero si encontramos algunas noticias en los periódicos como el caso de una mujer sevillana a mediados de diciembre de 2014 que ingresó en el programa de ayudas para las mujeres maltratadas estando condenada por infringir violencia sobre su marido. Y éste a su vez fue absuelto de todos los cargos de supuestas amenazas y malos tratos hacia su mujer.
Los hombres maltratados por mujeres existen. Las mujeres maltratadas por hombres existen. Las mujeres maltratadas por mujeres existen. Los hombres maltratados por hombres existen. Defendemos la igualdad pero nuestras leyes no lo demuestran. Los tiempos están cambiando, las relaciones de pareja cada vez son más diversas y complejas. Hace años que las relaciones de pareja dejaron de hacer referencia únicamente a las relaciones heterosexuales convencionales, hay tantos tipos de relaciones como de colores y en nuestra lucha por la igualdad no podemos excluir a ninguna.
No debemos olvidar a todas las mujeres que son maltratadas por hombres, ya que realmente las cifras son escalofriantes, pero debemos dar un paso más y estudiar los otros tipos de violencia en las parejas porque será la única forma de empezar a erradicar definitivamente esta lacra de la sociedad.
Por suerte, en España se han empezado a mover algunas asociaciones de hombres maltratados como la Asociación de Hombres Maltratados de España o Mujeres y Hombres por la Igualdad Efectiva entre otras. El cambio se empieza desde abajo, nosotros provocamos ese cambio. 

Criminología y Justicia . Posted: 16 Mar 2015 .

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