quarta-feira, 27 de março de 2013

Jürg Jenatsch: el crimen carnavalesco


Las intrigas palaciegas y los crímenes orquestados por grupos de conspiradores son algo del pasado. En nuestro imaginario colectivo podemos recrear mentalmente un crimen llevado a cabo entre nobles y labriegos, héroes y villanos.
Sin embargo, nadie sería capaz de imaginar a un poderoso miembro de la nobleza suiza sucumbir ante un gigantesco oso de peluche.
Esa fue la historia de Jürg Jenatsch, antiguo miembro de la eclesiarquía cristiana del siglo XVII convertido al catolicismo tras una vida mezclando piedad y crueldad a partes iguales. Hombre profundamente religioso, Jenatsch era ducho en la oración y en el manejo de la espada; no en vano dirigió un gran número de guerreros en los sangrientos conflictos que se gestaron en Graunbünden, hoy una región de Suiza (cantón es el término designado para cada región administrativa), entre fuerzas católicas y protestantes, así como entre ocupantes españoles y partidarios de fuerzas austríacas.
En su historial como líder bélico destaca el asalto al castillo del noble Pompeyo Planta, líder católico y defensor de la causa austríaca al que asesinó. Entre sus “gestas” se hallan múltiples asesinatos que le costaron su posición como clérigo protestante.
Años después, y tras tanta sangre derramada, Jenatsch cometió un acto impensable: se convirtió al catolicismo y supervisió diversas estrategias políticas en ambos lados, ganándose la fama de traidor, y sembrando el rencor entre aquellos que confiaron ciegamente en él años atrás. Dicho cambio radical fue más que suficiente para desear la muerte del hombre que pasó de héroe a villano.

Los asesinos

Poco se sabe de los asesinos, en parte por la dificultad para identificarlos. Aunque algunas teorías apuntan a una venganza por parte de un descendiente de Pompeyo Von Planta, esa suposición quedó muy dejada al azar.

El crimen

Los asesinos eligieron un lugar interesante para su crimen: una fiesta de disfrazes en una posada del pueblo de Chur, hoy conocido por ser el pueblo más antiguo de Suiza y por impresionantes peculiaridades que podrán leerse al final del artículo. Se celebraba un carnaval, y en él el alcohol corría fresco por las gargantas de sus participantes, ataviados la mayoría con máscaras decorativas.
En medio de la fiesta, un católico Jürg Jenatsch encontró en la entrada de la posada a un grupo de hombres enmascarados acompañados de un tipo ataviado con un disfraz de oso gigante. A pesar de que el oso de peluche lucía una enorme hacha, el político dio el visto bueno a que la alegre compañía se uniera a los festejos. Una vez dentro, el hombre-oso quiso dar la mano a Jenatsch. El el proceso, el asesino sacó una pistola y abrió fuego sobre la víctima, siendo seguido por los cómplices enmascarados.
Jenatsch fue capaz de plantar cara a todos los asesinos hasta el punto de pelear ferozmente con una barra de metal que sujetaba una vela (no debe olvidarse que Jürg era un formidable luchador). Finalmente, el hombre-oso hizo uso del hacha y acabó con el traidor.
Jürg fue enterrado en la catedral de Chur.

El éxito

Podría parecer éste un crimen absurdo, pero esa aseveración se aleja de la realidad si lo examinamos a la luz de la lógica pura; el Chur del siglo XVII era un pueblo mucho más pequeño que el actual, y su población posiblemente menos activa. En una fiesta de disfraces con muchas personas ataviadas con máscaras, la identificación de un asesino se hace imposible, máxime cuando son muchos los que atacaron a la víctima, cubiertos de igual modo por sendas máscaras.
Otro factor que extiende la facilidad para cometer el crimen es la imprudencia de Jenatsch. Odiado por muchos, rodearse de desconocidos en una fiesta de disfrazes fue poco menos que una temeridad . La víctima era fácil de identificar; no así sus asesinos; menos aún su verdugo final. La seguridad era un aspecto más difícil de gestionar en un siglo en el que las pistolas empezaban a expandirse en su forma más rudimentaria.
Quizás el dato más curioso de todos sea que el temible hombre disfrazado de oso no tenía previsto usar el hacha para matar a Jenatsch. A fin de cuentas, portaba una pistola, lo que se convierte en un hecho reseñable en este curioso crimen.

Posted: 25 Mar 2013

Criminología y Justicia

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